De escritos, autores, citas y referencias… entre otras falacias.

Me han dicho que escriba y eso haré. Solamente espero no me pidan datos o referencias de dónde leí o conocí lo aquí vertido, dado que me parece incoherente pedirlo en la medida que el conocimiento es para compartir, no una mercancía[1]; entendiendo pues, que el “citar” involucra “darle su lugar (por no decir importancia y hasta <valor>)” a alguien y ese lugar, evidentemente es una posición, subjetiva u objetiva, en contraste con quienes no escriben o no son “reconocidxs[2]” y es precisamente ahí donde reside la importancia de lo aquí escrito ¿Cuál es la finalidad de ser reconocidx? ¿Dónde está y cuál es esa posición que nos distancia (¿Y por qué nos distancia?) de lxs que no escriben? ¿Reconocido por quién o quiénes? Y sobre todo ¿Para qué ser reconocidx por ellxs?

Así surge la primer emergencia. Pareciera (y no dudo que así suceda) que aquéllxs que tenemos la capacidad o habilidad para escribir (dejémoslo solamente en el “saber escribir” ya no digamos correcta o incorrectamente o de acuerdo a una ciencia ó[3] a un arte), se nos inculca (por no decir “impone”) que ha de ser imprescindible tener el reconocimiento de aquellxs, en tanto expertos, así lo hagan de lo vertido por nosotrxs para “poder Ser”. ¿Y ser qué, específicamente, si en el preciso instante en que nacemos comenzamos a Ser? Evidentemente para “ser” parte de esa élite que nos “reconoce” como “dotados” ó “capaces” de escribir algo, como “parte de ellxs”, produciendo algo que les sirva y les pueda llegar a ellxs, en el sentido y líneas por ellxs establecido y, de una u otra forma, para poder hacerlo “público”, para llevarlo a más personas, no expertas, con el mero propósito de que al ser nosotrxs lxs que tenemos, sino la verdad absoluta, el conocimiento más próximo al mismo (por aquello de los títulos nobiliarios, perdón de grado y per se por el “ser cultos” y haber leído mucho, en caso de no haber estudiado y ser reconocido en la Institución educativa, la que sea), aquello que en las líneas vertamos sea así concebido, asimilado e interiorizado por ellxs, sin lugar a duda; y que si bien nos pueden reconocer, al no ser expertas “no tiene valor” su reconocimiento; pero finalmente (y más importante aún) que reditúe a la empresa Editorial, lo cual, invariablemente, nos sitúa en la posición de ¿Y entonces para qué escribir, si los beneficios de esto no serán ni para mí ni para aquellxs que no tienen la capacidad o habilidad de hacerlo, o que han sido coartadxs de mil maneras al quererlo hacer? O que por lo menos así se los han hecho creer e impuesto, eliminando así cualquier aspiración a poderlo hacer a su entendimiento y capacidad. Dejando así de lado toda la importancia y objetivo de cualquier saber: el ser difundido, compartido, comunicado.

Evidentemente esto queda contestado al comprender dónde estamos situados, el momento y contexto histórico que lo ha devenido así: el capitalismo. Este sistema asesino y corrupto ha logrado sustituir el valor de y por la vida (todo aquello que pudiéramos llevar a cabo, aprender y compartir para realizar todo nuestro potencial como Humanxs, sea en conjunto o individualmente, que no enajenantemente), al del dinero (el cual sí, de facto, es enajenante pues su principal motor es la posesión, de lo que sea y en la mayor cantidad, hasta de animales, plantas y personas), precisamente para poder “Ser”.

Escueta la explicación de este padecer la existencia, sí, pero innegable que este hecho es la explicación sobre este devenir sobre la escritura y esa “necesidad” (creada, obviamente) por ser reconocidx por esxs expertxs que conforman esa élite y porqué éstxs promueven el seguir en esa improducción por todxs aquellxs que no son parte de la misma élite.

Partiendo de y contraponiendo el principio del valor a la vida, como la vida[4] misma, al del valor del dinero, a esa enajenación consumista como meros productos y productores de necesidades creadas, el ser reconocidxs por el valor monetario de intercambio que se le da a lo que unx “produce” (crea para quitarle la esencia del Capital), a algo completamente superfluo y material (que no materialista en el sentido filosófico, en ese objetivar lo subjetivo ó concretizarlo), es lo que conlleva la respuesta a esa interrogante: ¿Para qué ser reconocidx por ellxs? Pues para eso, para producir, cobrar y consumir, no para otra cosa, a pesar de tanto intelecto vertido en las letras que se puedan expresar en el sólo instante de entrar a la mafia Editorial, pierde todo sentido, pues es autoexplotarse[5], ser cómplice, catalizador y legitimador de esta farsa y comercialización del conocimiento, cuando ni eso que sabemos ni lo que “produzcamos” en el sentido estricto del Capital, nos llevaremos una vez muertxs.

Al cubrir esas características sobre esta farsa (ser cómplice, catalizador y legitimador) en la comercialización del conocimiento, dejamos en un vacío o lo incrementamos, en la población que le ha sido negada la oportunidad de Ser, a partir de que en nostrxs está o ven ese Ser (que no pueden ser) y al que aspiran llegar (porque para ser “algo” o “alguien” han de seguir esta senda, de lo contrario se es nada y nadie a la vez, creencia[6] que impone e inculca el sistema); y que como defienden así sea, de mil maneras posibles lxs pertenecientes a esa élite (derechos de autor, derechos reservados, derechos de obra, propiedad intelectual y cuanta estupidez se le ocurre al sistema para criminalizar el compartir Libre y abiertamente el conocimiento), porque “¡Cuánto trabajo nos ha costado pensar[7]!” Cuando es lo que nos caracteriza como especie, esa capacidad para pensar, la razón/consciencia.

Así es, entonces, el rotundo e innegable hecho del escribir y la “necesidad” de reconocimiento se puede comenzar a destruir, cuando se hace porque a uno le llena, le sirve para desarrollar ese potencial Humano que tenemos, creativo, artístico o como uno lo entienda, desde ese simple hecho e instante de plasmar el pensamiento en un papel o medio electrónico mediante el lenguaje escrito[8], pero también se puede esparcir esta destrucción al compartir lo producido por unx mismx en cualquier sentido que no implique la reproducción de este sistema capitalista.

Es decir, compartiendo lo escrito al leerlo públicamente en una plaza, obteniendo copias autogestionadas y repartiéndolas, subirlo a internet ó intercambiándolo por algún otro producto o servicio a alguna persona, donde al final se nos reconocerá lo que somos a partir de lo que pensamos y eso que pensamos estará vertido en dichos textos, pues, en ellos verteremos quiénes y lo que somos; y no enajenantemente por “el valor de nuestras ideas” y en éste sentido, se pierde el hecho de ese reconocimiento por aquéllxs de dicha élite, cuando comprendemos finalmente que:

“El texto, la obra, es de nadie. En el momento que se escribe algo, el que escribe está advertido de que lo escrito no regresará, ante la dispersión de lo escrito (en tanto leído, en tanto comentado) la propiedad queda anulada.” Antonio Mejía Coria, 2011 (Notas sobre arqueólogos y escrituras. en internet http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v1/PDFS_1/CAIDAL5_NOTASSOBREARQUEALOGOSYESCRITURAS.pdf)

Por ello me posiciono y declaro en contra de los derechos de autor, el copyright, derechos intelectuales, derechos de obra, propiedad intelectual, los “derechos reservados”, etc. Y me pronuncio por la Libertad a través de cualquier medio concebible y necesario para ello, en específico (por el tema, que no por ello solamente a éste me restrinjo) la de escribir, copiar y reproducir el conocimiento propio o de otrxs con la justa retribución de dónde encontrar aquéllo que se expone de otra persona en caso que le interese al lector ahondar más al respecto, así tampoco se le niega a éste la opción de apropiarse y compartir dicho conocimiento; pues cuando se refiere, se cita o se copia, solamente son fragmentos o lo que uno construyó de aquél, pero siempre el otro puede abordarlo y entenderlo desde otra forma y compartirlo así, de hecho hasta el autor original puede hacerlo, enriqueciendo de cualquier manera, aún más lo escrito originalmente.

Porque el conocimiento es para compartir, como ya expuse, no una mercancía ni un negocio, ni tampoco puede ser rentable, cualquiera puede pensar y expresarse, y así acontece cotidianamente, que algunxs en exceso alienadxs, es cierto, pero al final, eso “el pensar/razonar/ser consciente” (como ya he dicho) es lo que nos diferencia como especie; que es cierto e innegable que esto ocurre de mil maneras diferentes, lo es, pero no por ello nos negaremos el placer[9] de conocerlo por no poderlo pagar. ¿Pues qué sentido tendría si todxs pensáramos igual? ¿Dónde estaría la aventura y sentido del vivir si fuera todo monótono (más de) como pretenden? Sobre todo ¿Cómo aprenderíamos, nos cuestionaríamos y nos construiríamos si no existiera esa verdadera diversidad y su acceso a ella? Pues hoy en día resulta innegable que no es de esta forma porque no hay una verdadera pluralidad, dependiendo de “la calidad” es el costo y por tanto se va restringiendo el acceso a la misma y la posibilidad de desarrollar todo ese potencial latente en cada unx de nosotrxs.

Así, a partir de esta práctica cotidiana, por tanto aquéllxs que les ha sido negada la posibilidad por “no saber” como a los que ya son reconocidxs, se podrá estar más cerca de la Libertad, porque de principio se rompe con ese pensamiento enajenante y alienante posesivo (de propiedad) y consumista; y posteriormente se extenderá la práctica a otras situaciones y “productos”.

Casio.

Un pensador.

NOTA. Existe el riesgo que pueda entenderse todo lo que escribo como algo mesiánico, personificado en mí, lo cual, desde la lógica en que escribo es incorrecto, de principio niego la nomenclatura mesianismo, dado que refiere falacias bíblicas y aclaro que en un sentido de encaminarse en esta senda, particularmente contra la Institución Editorial, es una decisión completamente individual, precisamente en esa búsqueda del pleno desarrollo de todo el potencial Humano que esa individualidad pueda encontrar en la escritura. Por tanto, este encontrar o personificar “un salvador” o “quién muestre ese camino a La Libertad” no se haya en otra persona, sino en cada individualidad y ese es el propósito, que cada unx encuentre y entienda que en sí mismx está dicho potencial y capacidad.

Y como bien ha dicho José Saramago: “Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él


[1] Por eso las citas que llegue a hacer, es para compartírselas, no con el fin de reconocimiento social, académico ni mucho menos económico.

[2] Escribo con X los géneros para abarcar ambos, pues no creo en esa estupidez, la entiendo como un medio de control y autoritarismo, el género es uno solo: Humano. Como lo refuté, critiqué, me contrapuse y demostré en una investigación que hice en una materia de 7° semestre al respecto en la licenciatura de Psicología que cursé. Afortunadamente la lengua española es lo suficientemente noble como para poder comprender con esa X ambos géneros, lo que se conoce como “accidentes especiales de la lengua” de acuerdo a mi profesor del CCH en Letras Clásicas, el cual es sustitución.

[3] Me importa un comino la redundancia de conjunciones monosilábicas; en griego y en inglés, y no dudo que en otras muchas lenguas, los usan indiscriminadamente, y no hay problema alguno ¡¿Y?!

[4] Como bien dicen las Madres de Plaza de Mayo “… la vida, vale vida.” (en la canción de Boikot “Pueblos III” a partir del minuto 5’22”)

[5] “Demócrata, no quiero un ciclo repetitivo, en el que produces para consumir. ¡Yo no quiero reducir mi opinión en un voto, no quiero alimentar un sistema en el que sé que me autoexploto! ¡No he firmado ninguna carta con vosotrxs, ni he hecho un pacto social para llevar mierda sobre lxs otrxs!” Paradoxus Luporum en su canción –Demócrata

[6] Como alguna vez me dijo un compañero de clase cuando disertamos al respecto del significado, las creencias son todos aquellos pensamientos infundados e irracionales, lo que complementa mi saber al respecto, pues parte de la palabra credo, esa (precisamente) creencia religiosa.

[7] Sobra aclarar que ese “pensar” se da o se propicia, fomenta y permite a unxs cuántos y con sus restricciones, o por lo menos así se da porque a pesar de sus hipócritas discursos sobre cultura y crecimiento intelectual para “toda la población”, todas las políticas de cualquier gobierno en cualquier Estado, se esmeran por lograr todo lo contrario, sobre todo en los “subdesarrollados”, catalizar esa servidumbre voluntaria (Esteban de la Boétie, (1584). Discurso sobre la servidumbre voluntaria), a pesar de las peores condiciones de subsistencia (que no de vida) en las que nos hacen padecer la existencia. Por ello es que se convierta en un arduo trabajo el pensar y por tanto, cobrar por eso “producido”.

[8] “La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial.” Virginia Woolf

[9] No digamos derecho de conocer, dejémoslo de lado, porque cualquier derecho solamente está escrito en un papel y de ahí nunca pasa, nunca es factible en la vida cotidiana, más que en el papel mismo. Ya hablaremos de ello en otro escrito, así como si surge el que conciban como delito copiar, distribuir y compartir por cualquier medio posible el conocimiento (por ejemplo nombrándolo piratería)